Por Jaime Arizmendi
La burrocracia de la burocracia… Durante los últimos tres años del mandato de Miguel Ángel Mancera en el gobierno del todavía Distrito Federal (2012-2018), miles de personas que habían votado por él y su partido, el PRD, se dijeron arrepentidos de ello al observar cómo la capital del país era tomada como propiedad privada de la familia mancerista.
Un día aparecían brigadas de trabadores del Gobierno capitalino, quienes se dedicaban a hermosear calles y esquinas al pintar banquetas de color amarillo y bonitas franjas blancas, “para delimitar el derecho al paso de los peatones”; lo mismo que en torno de los centros educativos, “para proteger a los alumnos y familias”.
Sin embargo, días o semanas después, hacían su nefasto arribo decenas de grúas que cargaban con todo vehículo estacionado “sobre las rayas blancas” o “cerca de las escuelas”, cuyos conductores ignoraban que el Reglamento de Tránsito del Distrito Federal había sido modificado por los representantes populares para prohibir que automotores se estacionaran en esas zonas.
Fue en diciembre de 2015 cuando integrantes de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal “estudiaron y aprobaron en fast track” (¿operaría también un Lozoya en la ALDF?), la iniciativa enviada por Miguel Ángel Mancera para recomponer a modo el Reglamento de Tránsito del Distrito Federal. Y así se dio sustento de “legalidad” a la operación de los cientos de grúas privatizadas.
Poco a poco, capitalinos y visitantes de otras entidades de la República entendieron del peligro y lo costoso que significaba estacionar su vehículo en las esquinas y alrededor de centros educativos en la Ciudad de México; mientras los corralones estaban a reventar de tantos automotores “arrastrados” por las grúas, tripuladas además por agresivos choferes y un policía uniformado de la SSP.
Algo semejante empezó a suceder en colonias de la capital del país, cuando los encargados de colocar los inmovilizadores (popularmente conocidos como “arañas”) acompañados por un agente de la SSP, hasta aventaban y golpeaban a conductores de vehículos para imponerles el aparato. También estas eran operadas por empresas privadas. Todavía son de propietarios particulares.
Antes de terminar su gestión, Mancera Espinosa ya no podía con el rencor social y la consecuente impopularidad, por lo cual cambió su deseo de convertirse en candidato presidencial, por uno de senador, y no por la vía mayoritaria sino de circunscripción; tenía muy claro que el repudio ciudadano le cobraría la factura a la hora de votar.
De cara a artilugios como esos, ahora deberían estar en la reflexión y el autoanálisis diputados federales, locales y alcaldes de PRI, PAN, PRD o de Morena, cuando a unos les oprime la cabeza la posible preexistencia del efecto AMLO; y a los morenistas, el riesgo de que sus malas acciones, pésimas políticas y su alejamiento de la ciudadanía, los hagan sufrir una dura derrota comicial.
Bastaría ver en medios de comunicación y en redes sociales los reclamos y repudios a medidas o a proyectos de obras como las ciclovías, que lo mismo se han registrado desde hace años en la ciudad de México, que en León, Guanajuato; Guadalajara, Jalisco, Naucalpan, Estado de México y más zonas urbanas del país; en ocasiones solamente detenidos con la tramitación de amparos.
Precisamente en esta semana, el lunes 17 de agosto vecinos de la Unidad Francisco Villa, en la alcaldía de Azcapotzalco se despertaron con la amarga sorpresa de que las “autoridades” les impondrían una ciclovía a la orilla de sus casas.
Una residente de dicha zona habitacional (quien por obvias razones pide mantener su nombre en el anonimato), refiere: “Nadie nos fue a consultar nuestra opinión, porque de inmediato la hubiésemos rechazado. Cómo íbamos a estar de acuerdo en que con esa pretendida ciclovía nos cierren la entrada y salida de nuestras casas, de nuestras cocheras”.
Otra señora de canas, sale al paso del reportero para acusar: “también aquí vivimos gente de la tercera edad, personas enfermas que al salir de su casa, muchas veces tienen la necesidad de cargar aparatos, tanques de oxígeno; o madres jóvenes que necesitan llevar mochilas de los bebés, carreolas, cunas, silla para transportar niños en su coche.
“Esta gente (los funcionarios de la alcaldía de Azcapotzalco y del Gobierno de la Ciudad de México), deben entender que si ellos y el alcalde tuvieran a sus padres viviendo aquí, seguramente no realizarían esa obra. Ni siquiera la hubieran proyectado, al ver que impedirían el libre paso a las casas.
“Aparte de todo, es muy sabido que son muchos los accidentes que se provocan porque muchos ciclistas no respetan las líneas peatonales y corren a exceso de velocidad. ¿Qué haría el alcalde (Vidal Llerenas Morales) si su esposa tuviera la necesidad de salir con hijos y auto, y afuera de su casa le impusieran una ciclovía?”.
Un joven estudiante universitario comenta a su vez que si se pretende construir una ciclovía la pueden realizar en la acera de enfrente. “ Esa sería una verdadera y fácil salida el problema, en lugar de complicarlo con la necedad de construirlo donde entra y sale la gente y sus automóviles”.
Incluso recuerda que en toda la zona, en las pasadas elecciones de julio de 2018 “hubo una copiosa votación por los candidatos de Morena”; pero ahora, con actitudes de desdén oficial hacia los ciudadanos comunes, le auguran una estruendosa derrota en las urnas.
En tanto, funcionarios menores que, como dice el Presidente Andrés Manuel López Obrador son servidores públicos, no funcionarios (aunque ni funcionan ni sirven al público) primero, lanzaron amenazas a los vecinos que protestaban el martes e impidieron la continuación de la obra, de “llamar a las fuerzas del orden”.
Y eso irritó más a la gente por lo que señoras, personas de la tercera edad, jóvenes y niños decidieron tomar la calle y sacaron sillas y bancos para evitar que los trabajadores prosiguieran la obra.
“Sólo eso nos faltaba, que a los vecinos que decidimos protestar en paz en contra de una pretendida obra que nos va a afectar, nos trajeran a los uniformados de la Secretaría de Seguridad Pública; mientras que a los anarquistas que rompen y destruyen todo lo que encuentran a su paso, ni un pelo les tocan”.
Y es que hay políticos que a veces, aunque se dicen de izquierda, les ganan más los compromisos inMorales adquiridos en la escuela donde estudiaron (no solo por lo del ITAM), antes que tener una verdadera sensibilidad social. Los casos se repiten tristemente en todos los partidos políticos. Que nadie se llame engañado. Veremos qué pasa en las elecciones del 2021…